lunes, 18 de junio de 2012

¡¡¡7 años ya!!!


Parece que fue ayer cuando estaba en el hospital con unos dolores para morirme (literalmente) y al cabo de 12 horas de sufrimiento, alivio inmediato con la epidural y empujones, nació mi hijita mayor.

El sábado celebramos su séptimo cumpleaños, en casa de los abuelos Paqui y Juan, donde lo hemos celebrado todos los años, a la antigua usanza: bocadillos triangulares de pan Bimbo con jamón york, chorizo y salchichón, gusanitos, patatas fritas, frutos secos, y tarta de chocolate con galletas (por supuesto todo home-made, como manda la tradición).

Otros años esta celebración me estresaba mucho. Eso de ser la anfitriona nunca se me ha dado demasiado bien, me agota solo el pensar que tengo que atender a padres y niños. Pero este año, no sé si porque he llegado arrastrada al día D o porque tengo otras muchas miles de cosas más importantes en qué pensar, como para preocuparme por un simple fiesta infantil, me lo he tomado con mucha calma: que mi Julia, sin decir ni pío, ha invitado a todas las niñas de su clase más a su (dicho por el propio chiquillo) pareja, pues nadaaaa!!!!  Que mis suegros tenían boda y por lo tanto no podían echarnos una mano en el asunto, pues qué se le va a hacer… que no teníamos ni la más remota idea de cuántos niños y mayores se iban a presentar en el evento, pues cuando se terminen las viandas se han terminado, y en paz… y por una vez en mucho tiempo he disfrutado de la fiesta, jorrrrrrr (bueno, dentro de lo que se puede disfrutar teniendo que vigilar a 15 niños de diversas edades, entre ellos a dos diminutas de dieciocho meses corriendo detrás de los mayores). Y es que al final va a tener razón mi marido, los niños disfrutan con cualquier cosilla, en este caso, bañándose en la piscina, simplemente. Sin necesidad de monitor certificado por la ENAC ni de payaso licenciado en Yale, sin tan siquiera preparar un juego para la ocasión…  a lo único más organizado que jugaron fue al “reloj, reloj”, todos a mogollón, en la entrada a la cochera. Y la decoración, ¡¡¡vamos!!! Me llamaron de varias revistas (Nuevo Estilo, El Mueble, Casa y Campo…), pero decliné las ofertas para hacer un reportaje… Arduo trabajo el de mis cuñados Raquel y Enrique, soplando globos y atándolos a un hilo para colgarlos de los árboles y las rejas. Y dale gracias, porque si no llega a ser por ellos, ni eso. Y es que este año, ni vasitos de plástico con motivos infantiles, ni servilletas de la pantera rosa, ni manteles de ningún tipo!!! Simples vasos transparentes y avisando de que había pocos y de que los cuidaran. ¿Y acaso ha habido alguna queja??? A mis oídos no ha llegado dolor alguno ni pitido…  Más bien todo lo contrario.

Y no sabéis qué satisfacción, qué renovada energía resurge del interior, cómo dan ganas de saltar mientras elevas el puño para recogerlo rápidamente en una hiperflexión de codo, cuando después de despedir a todo el mundo y como a hurtadillas, escuchas a tu hija decir inesperadamente: “¡Ha sido la mejor fiesta del año!”


¡¡¡Deseando estoy ya de organizar otra!!!!


Baño pre-fiesta
El primo "Javielll"
Los peques...
Beatriz
Lucía y su mamá
Lucía
Los independientes
El baño de los cumpleañeros

¡Qué bien se lo pasan!!
Abriendo los regalos...
¡¡¡Y más regalos!!!

¡Por fin llega la tarta!

Soplando...
  












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