Y digo yo, ¿para qué se me ocurre a mí inventar?, ¿por qué
no me estaré yo quietecita y calladita alguna vez? Pues no va y se me ocurre
ayer tarde llevar a los niños a la Plaza
Birrambla a ver un teatro de marionetas???? ¡¡Ea!!
Las gemelitas se levantaron de la siesta a las cinco y
media, de un mal humor…!!! Sobre todo Beatriz, que no había quien se acercara a
ella. Venga a llorar y llorar… no quería merendar, no quería que la cogiera, no
quería estar en el suelo, no quería jugar, no quería dormir…
¡¡¡¡Aaaaaaaahhhhh!!!
¡¡¡Hala, niños, a la calle!!!
-
Noooooo, a la calle nooooooo, que yo quiero ver
dibujitos, ¡¡¡que no he visto ningunos!!! – dice Juangui. Lo que más me gusta de todo es lo bien que mis hijitos acogen mis propuestas...
-
Pero hijo si después de comer has visto muchos y ahora
llevas ya media hora viendo la tele…
-
Noooooooo… no he visto nada… - ¡¡lo que hay que escuchar!!
- ¿No quieres ir a ver las marionetas, que son tan
bonitas??
-
¿cómo son? ¿Como las de mi cole?
-
Sí, como las de tu cole, igualitas, igualitas… – y yo
qué sé cómo son las de tu cole ni cómo son las que vamos a ver…
Cojo a las pequeñas, después de darles la merienda, y voy a
cambiarles de ropa. Hoy las voy a poner guapas, que vamos al centro, y además, ¡¡es Feria!! Le pruebo un vestido a Lucía y le está muy apretado de sisas. Como
se lo deje le va a hacer rozaduras y todo a la pobre, así que le pruebo otro
más grande pero no me gusta nada cómo le queda, y el tercero que le pruebo ya
me gusta más. ¡¡Menos mal!! lo peor es que seguro que dentro de unos años le regañaré a la chiquilla cuando se pruebe medio
armario para salir…
Con Bea tengo más suerte: el primero que le pruebo que fue
el primero que le quité a su hermana, le está bien. Como está más flacuchilla…
Pero no tengo la misma suerte con las sandalias. Le pongo unas nuevecitas,
relucientes, que le compré el otro día, y parece que le aprietan un poco,
porque se queja mucho (vamos, en su línea de esa tarde…), así que al final le
pongo los zapatos rojos.
¡¡Bien!! ¡¡¡Dos menos!!! ¡¡Y solo me has costado poner cuatro vestidos y tres zapatos!! A ver la hora: las siete menos
veinte. Ya vamos mal. Las marionetas empiezan a las siete y media…
Le doy a Julia el vestido que quiere de su armario y llamo a
Juangui para que venga, que sigue viendo la tele. Ni me contesta. Lo normal.
Voy a por él y lo traigo al cuarto poco menos que a rastras. Mientras le busco
su ropa en el armario le digo que se vaya quitando la camiseta y el pantalón
que lleva puesto. ¡¡¡Jaaaaaaaaaaa!!! Le cambio yo la camiseta y el pantalón y le
digo que por lo menos se ponga los calcetines. ¡¡¡Y es que ni eso!!!! Acabo de
decidir que este verano voy a dedicarlo a conseguir que mi hijo aprenda a
vestirse. ¡¡¡Esto no puede ser!!!
Me llama Ismael (menos mal, estaba aburrida) para
preguntarme si he salido ya de casa. A mi no me hace falta ni contestarle para decirle en qué estado de nervios estoy, pues detrás de mi solo se escuchan
lloros de niños: Lucía se acaba de resbalar y se ha dado con el tirador de un
cajón en la cara, Bea también está gritando porque quiere algo que Julia no le da y Juangui protesta porque no sabe
cómo hay que ponerse los calcetines.
Le cuelgo y al final, claudico con el niño porque como siga
así no llegamos ni para cuando cierren. Sí, Súper Nanny, ya sé que lo hago
fatal, pero a ver cómo…
Por fin, me arreglo yo en dos minutos, subo a las pequeñas
al carrito y logramos salir a la calle: las siete y veinte.
Al final de la carrera de la Virgen nos encontramos con
papi, ¡qué alegría! Y seguimos camino de Birrambla. Conseguimos sentarnos en
las últimas filas, junto a nuestros amigos Rafilla y María (y María madre) y
ahora resulta que el teatro se escucha fatal, no se entera uno de nada.
Y
Juangui empieza a preguntarme:
Sinceramente, yo no sé si este niño será muy listo o no, pero desde luego estoy segura de que por FALTA DE INFORMACIÓN no será!!!!
Mientras, a las gemelas, les hemos dado unos gusanitos, y
están ellas tan ricamente, entre nuestras piernas, recogiendo los que se caen
al suelo, como es su costumbre.
Al poco, como no se oye nada, nos vamos de ahí y subimos a
los niños mayores a un tiovivo ecológico, que lo mueve un señor pedaleando.
A todo esto, Isma me acaba de decir que esta noche tiene
cena con su ex jefe. Que han quedado a las nueve.
-
Pues qué bien, solo te queda media hora para llegar a
casa, preparar la cena, ponerles el pijama (hoy no hay ducha), acostarlos e
irte tú al Paseo de los Tristes. Lo veo justillo, pero bien…
-
¡¡Pues vamos!!!
Eso, no tenía yo ya en el cuerpo suficiente estrés, que ahora tengo que irme corriendo para que mi amantísimo se vaya de parrand... digooooo, de gestión externa… ¡¡¡YO DE MAYOR QUIERO SER MARIDO!!!
Y lo conseguimos. Conseguimos recorrer dos kilómetros en hora y
media. Comme ci comme ça con los maratonistas. Claro, que tan solo nos hemos parado unas cinco veces a comprarles helados a los niños, írselos dando,
quitarles las manchas de la boca, quitarles las manchas de las camisetas, descansar
un poco, saludar a alguien, etc., etc…
A Ismael casi le da algo y no hace más que decir que cómo podemos ser tan lentos... Y no entiendo por qué me mira con cara de asesino cuando le sugiero hacer un estudio más detallado del asunto, si tanto le preocupa...
El caso es que esta tarde, también hay marionetas, y ya son las seis menos cuarto ¡¡¡¡BIEEEENNNN!!!
Puntualizaciones al texto:
ResponderEliminaren un kilómetro y 50 metros tardamos 55 minutos, y eso que llevábamos prisa.
Teoría de la relatividad:
si para comerse un platito pequeño de pescado con puré de patatas tardan 70 minutos...cómo pueden comerse un vaso de gelatina en 7 segundos? Por pedirlo a 130 dB? Por amenazar con la Tizona de Mio Cid?
Esta mujer mía bendecida con grande dones...carece del umbral de la desesperación, es capaz de afrontar el fin del mundo y seguir planchando los uniformes para mañana.
Muac
P.D: y encima ...que mona va esta chica siempre.